Diario de escritor

Aquí plasmare cuánto puedo enajenarme de lo mundano mientras paseo a mi perro, Byron, diariamente, combinando análisis esporádicos de mi cotidianidad.



08/06/20

Este fin de semana fue mi primera salida real (por supuesto que no cuento ir al almacén a dos cuadras, sería casi inhumano llamarlo salida). Conseguí un permiso para visitar a mi abuelo, quien vive sólo, en Caseros, 3 de febrero. Sólo entonces pude contemplar la ironía de vivir en un mundo "conectado" a través de pantallas y realmente no tener interacción genuina con nadie. Por supuesto, siendo los seres humanos que somos, necesitamos llegar al borde del abismo, justo antes de caer, para poder llegar a una epifanía que nos demuestre cuan equivocados estamos con respecto a ciertas cosas... Y si, nadie quiere levantarse del cómodo sillón y ver hacia la realidad.
Por suerte, mis tíes viven en la casa de arriba de la de mi abuelo, por lo que fue la interacción genuina más variada que tuve en meses y, siendo sincero, creo que fue la primera vez en toda este encierro que pude fingir tener una vida "normal", para lo cual obviamente debí obviar los barbijos, los negocios cerrados, las miradas acusadoras cuando se va a comprar dada la posibilidad de que seas un aliado del enemigo, o mas bien un portador de él, y adaptarme, como si todo eso fuese normal... en cierto sentido, lo es.
En fin, ya estoy de vuelta en casa, lidiando con toda la realidad que dejé de lado en mi fantasía, pero a decir verdad, valió la pena ser "libre", aunque sea por dos días.




17/06/20
Hoy, después de literalmente después de 100 días, volvió la Premier League, la liga de fútbol de Inglaterra. Hecho que por sí sólo puede, para muchos, no significar nada en absoluto, ya que hay realidades superadoras a simples partidos de fútbol, hay otras cosas de qué preocuparse, otros intereses, otras predisposiciones.
En lo que a mí concierne, si nos limitamos estrictamente al hecho en sí, no tendría problema en admitir que estaría de acuerdo con esas otras predisposiciones que afirman tener incidentes locales de mayor importancia, porque aunque muchas veces no los queramos ver, los hay. 
Sin embargo, fue ese hecho, el que permitió que el medio periodístico para el que escribo vuelva a encomendarnos notas con las crónicas de estos partidos, volviendo a darle movilidad al medio. Es así que para mi, ese hecho tan insignificante, me devolvió un poco de mi vida pre pandemia, o para ponerlo de otra forma, me hizo sentirme un poco más cómodo con esta nueva realidad.






22/06/20
Hoy es un día bastante gris, la temperatura no es tan baja, deben estar haciendo unos 13 grados, pero la falta de sol definitivamente agrava el frío. 
Esta vez salí a la 1:30 del mediodía, por lo que veo más gente que otras veces, aún así no me vi forzado a marcar la distancia con nadie, pero creo que inconscientemente, me contenta la presencia de gente.
En la puerta de una de las casas hay una ambulancia de Pami, lo cual me hace preguntarme por el bienestar de cualquiera se la persona dentro. Supongo que cualquiera se preguntaría lo mismo.
Nos topamos con un perro grande en la vereda de en frente, por lo que tuve frenar para qué no se crucen, ya que el otro perro estaba sin correa y Byron desde el accidente (un auto quebró su pata, creanme, larga historia) tiene algunas inseguridades y se vuelve un poco a la defensiva, aunque realmente no va a morder.
Luego nos topamos inevitablemente con una persona con Golden. Este se acercó a mi perro ya que justo tuvimos que pasar por una calle angosta mientras nos cruzaríamos. Byron sorpresivamente trató de salir corriendo sin emitir sonido, sin siquiera intentae hacerle frente, cosa que ya no sé si es una buena  o mala señal (Byron tiene 14 años).
Al final del paseo me sentí aliviado de llegar a casa, ya que en la desesperación por sacar lo más rápido posible al perro (que no había tenido la oportunidad de hacer sus necesidades esa mañana) no me di cuenta y me olvide mi abrigo, dejando al descubierto mis ahora congeladas manos.




23/06/20
Hoy lo volví a sacar a la 1:30, a diferencia de ayer es un día soleado, por lo que cuando te pega el sol se puede sentir su calor, por lo menos un ratito.
El camión de Pami ya no está, en su lugar, en la esquina de la misma cuadra, hay un camión que está trabajando con los cables de luz que dan directo hacia mi casa. Estás cosas normalmente no son indicio de buen augurio, y menos cuando está tu electricidad en riesgo mientras uno se encuentra en cuarentena. Sin embargo, a estas alturas creo que simplemente me alegro de ver gente que puede trabajar como si se tratara de otro día en la oficina. Luego me río sólo, porque doy cuenta de que a eso llegué, a estar contento porque están trabajando con la luz.
Esta vez cambiamos la ruta y tomamos una un poco más corta siendo que estoy atrasado para ver un partido de cuál debo redactar una nota. Por lo que mi perro, que en el camino de siempre inspecciona cada detalle como si de un mundo nuevo se tratase cada día, esta vez que efectivamente era un recorrido nuevo, se pudo ver como se abalanzaba sobre cada pedazo de césped con incluso más de ímpetu que de lo usual.




25/06/20
Hoy es un día quizás más reflexivo, en el cual encontré la oportunidad tomar conciencia de lo privilegiado que soy en algunos aspectos: tener una casa, una cama, comida, el mero hecho de que una de mis "preocupaciones" sea sacar a pasear al perro para qué haga sus necesidades habla de cuán, si se quiere "primer mundista" es parte de mi realidad.
Pero por lo menos su análisis me parece un buen primer paso en este proceso del enajenamiento. Paso que me permite vislumbrar cuán afortunado soy de disponer de la distensión que es sacar a mi perro mientras hago este análisis, y comenzar a verlo como lo que es, una posibilidad que no todos tienen.
El resto del camino fue más bien cotidiano, sin interrupciones, con mi perro parando en cada pedazo de césped como siempre. Es así que doy cuenta también, de que podríamos tomar conciencia de que aquello "cotidiano" que es el salir sin irrupciones (no digo no estar expuesto a ellas, pero no son parte de la cotidianidad como sí lo es en Palestina por ejemplo), el simplemente salir y dar un paseo con tu perro, es parte del mismo privilegio.





26/06/20
Hoy particularmente hace más frío que otros días, mientras que a las 2 de la tarde, a simple vista, hay más autos que de lo usual. Asumo que el hecho de que en unos días la cuarentena vuelva a fase uno generó un cierto ruido en la mayoría de las personas. Incluso para mi tranquilo barrio son demasiados autos los que pasan por mi vereda,  irrumpiendo repetidas veces esta grabación (tomo audionotas con una aplicación en el celular)
El barbijo me molesta más que otras veces, quizás por lo que simboliza, quizás para escapar de la realidad un rato o quizás simplemente es incómodo.
En mi camino veo gente de todo tipo, gente a la que parecería no importarle ciertos aspectos de nuestra la realidad, ya que no llevan nada puesto (en términos pandémicos) y hasta juraría percibir una cierta aura de "inmunidad" a su alrededor.  También veo gente en la que el miedo ha escalado como solo él sabe, llevándola a ser bastante extremistas a la hora de "protegerse" (prometo que no es burla, sólo descripción) y supongo que en algún lugar del medio estoy yo, usando barbijo para ir a lugares más "formales"  y bufanda o cuello para sacar a pasear a mi perro, aprovechando la poca densidad poblacional que tienen estos "recreos".
Mientras tanto lo observo a Byron que, para bien o para mal, no tiene conciencia de la realidad en la que vivimos. En lo que a el concierne, sólo lo veo más contento que antes, dado que ahí estamos, todos los días en casa. Lo que me lleva a divagar y caer en la cuenta de una triste realidad, preguntándome: ahora que se acostumbró a tenernos a su lado todos los días, ¿Qué va a pasar cuando las plazas se vuelvan a llenar, pero la casa se vacíe de nuevo?

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