Análisis de "Perros de la calle" - Quentin Tarantino

Siendo la segunda película del director, y su primera en superar el millón de dólares en presupuesto, Perros de la calle cuenta la historia de un grupo de delincuentes que no se conocen entre sí y se mantienen en el anonimato, escondidos bajo nombres de colores: el señor Naranja, el señor Blanco, el señor Rosa, el señor Rubio, el señor Marrón y el señor Azul.
Entre ellos conforman un detallado plan para atracar un almacén de diamantes, sin embargo la policía frustraría inesperadamente el robo, desatando un tiroteo en el que mueren el señor Azul y el señor Marrón, implantando además la sospecha de que hay un traidor infiltrado. Por lo que el resto de la película se desarrollara en el designado punto de encuentro de los ladrones, un viejo galpón abandonado,  donde los sobrevivientes se enfrentarán entre sí intentando descubrir quién de ellos es el traidor.

Intentando no caer en los trillados elogios hacia el famoso director, no tengo más opción que hacer caso omiso a las ya habituales flores lanzadas hacia él, destacando de esta obra; la narración y los diálogos.

Por un lado está la narración no cronológica, que sería luego una especie de marca personal de Tarantino, quien utiliza a la misma como un elemento que cumple la función de convertir al film, o más bien al espectador, en uno policial. Ya que la trama se desata exactamente después del momento culmine (el atraco) y desde allí en adelante, iremos conociendo a cuentagotas, las partes de la historia que constituyen el cómo se llegó a la situación actual, a la vez que se intenta llegar a una hipótesis que resuelva el enigma sobre el topo del grupo.

Mientras que el gran diálogo, otro lujo al que nos tiene acostumbrados el director, funciona para que el espectador pueda conocer de primera mano a los personajes a través de conversaciones sobre tópicos que están lejos de ser el de la trama principal. De esta manera, el espectador puede llegar a este "conocer" a los personajes "por su cuenta", sin necesitar de un tercero que nos indique quien es quien, sino de diálogos que pueden, o no, pasar desapercibidos, pero aportando mucho a la caracterización a la vez. Además, los mismos tienden a ser sobre banalidades de público conocimiento, para reforzar este conocer a los protagonistas de primera mano.

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