Autobiografías
Gianluca Orsetti
Comisión 07
Profesor: Santiago Catellano
Modalidad individual
Primera escritura
En un análisis de lo que significa componer una autobiografía, por supuesto teniendo en cuenta las oposiciones que esto conlleva con respecto de componer una biografía o una novela personal, puedo concluir que las autobiografías realizadas por los escritores cumplen con las características fundamentales canónicas del género. ¿Esto significa que ninguna se distancia del mismo? Para nada, de hecho abarcaré casos donde se ha hecho un presunto distanciamiento significativo. Pero por lo pronto creo que estamos en posición de afirmar que todas pueden ser denominadas como autobiografías, puesto que cumplen con las premisas 3 y 4-a del "Pacto Autobiográfico" de Leujene; tanto la de identidad del autor, la del narrador y la del protagonista es la misma, como inducen a un persona real.
Mientras que los distanciamientos se producen en el cumplimiento (o incumplimiento) de la totalidad de las otras condiciones del "Pacto Autobiográfico" y del "Pacto Referencial", pero dichos distanciamientos serán observados al describir cada una de las autobiografías.
Hector Tizón plasma en su imagen una connotación negativa de la vida en sí, que podemos ver marcada en cada suceso que relata, poniendo como ejemplo mas latente un final desalentador: "Mis derroteros, mis dos caminos quedaron trazados, y comencé a morir, lentamente, hasta hoy.".
Se encarga de abarcar mas lugares que hechos, profundizando sólo en su triste infancia, marcada por el abandono de su padre, culpando en parte a su abuela (quien lo crió), por mitificar la identidad de su padre, pero apreciándola por igual, valorando sus enseñanzas no tan directas que entendió con el tiempo..."memoria que enriquece y empobrece".
Alberto Laiseca es una persona que jamas se mostrará al desnudo. De hecho, su autobiografía no muestra un tipo de cronología específica ni tiene una trama contundente, son simples observaciones que ha hecho en algún momento de su vida, y ni siquiera creo que nos haya contado mucho.
Comisión 07
Profesor: Santiago Catellano
Modalidad individual
Primera escritura
En un análisis de lo que significa componer una autobiografía, por supuesto teniendo en cuenta las oposiciones que esto conlleva con respecto de componer una biografía o una novela personal, puedo concluir que las autobiografías realizadas por los escritores cumplen con las características fundamentales canónicas del género. ¿Esto significa que ninguna se distancia del mismo? Para nada, de hecho abarcaré casos donde se ha hecho un presunto distanciamiento significativo. Pero por lo pronto creo que estamos en posición de afirmar que todas pueden ser denominadas como autobiografías, puesto que cumplen con las premisas 3 y 4-a del "Pacto Autobiográfico" de Leujene; tanto la de identidad del autor, la del narrador y la del protagonista es la misma, como inducen a un persona real.
Mientras que los distanciamientos se producen en el cumplimiento (o incumplimiento) de la totalidad de las otras condiciones del "Pacto Autobiográfico" y del "Pacto Referencial", pero dichos distanciamientos serán observados al describir cada una de las autobiografías.
Hector Tizón plasma en su imagen una connotación negativa de la vida en sí, que podemos ver marcada en cada suceso que relata, poniendo como ejemplo mas latente un final desalentador: "Mis derroteros, mis dos caminos quedaron trazados, y comencé a morir, lentamente, hasta hoy.".
Se encarga de abarcar mas lugares que hechos, profundizando sólo en su triste infancia, marcada por el abandono de su padre, culpando en parte a su abuela (quien lo crió), por mitificar la identidad de su padre, pero apreciándola por igual, valorando sus enseñanzas no tan directas que entendió con el tiempo..."memoria que enriquece y empobrece".
Alberto Laiseca es una persona que jamas se mostrará al desnudo. De hecho, su autobiografía no muestra un tipo de cronología específica ni tiene una trama contundente, son simples observaciones que ha hecho en algún momento de su vida, y ni siquiera creo que nos haya contado mucho.
Cree que la cosas que tenes que vivir las vas a vivir igual, sin importa qué camino decidas seguir: "De cualquier manera, vayas o no a una guerra, igual pasan cosas pesadas y perpetuamente te echan de Saigón. Pero uno es un vasco cabeza dura: siempre vuelve".
Intneta sacar provecho de las enseñanzas "impuestas" por la vida, aunque le cueste llenarse de rencor al hacerlo.
Se podría llegar a argumentar que es el que mas se aleja del Pacto Referencial, ya que el mismo dispone al narrador a ser lo más sincero posible y en este caso Alberto comienza afirmando que "es imposible que una autobiografía sea sincera, o por lo menos no del todo".
Pero, ¿Quiénes somos nosotros, los lectores, para juzgar qué es un hecho fáctico dentro de la autobiografía de otro y qué no? ¿Qué tal si Laiseca simplemente se propuso generar intriga y misterio en el lector con respecto a su vida? Es entonces que debo referirme a Juan Carlos Gorlier y comenzar a plantearme los límites de la verosimilitud. Las palabras de Laiseca son claramente no azarosas, pero quizás por motivos distintos a los que nosotros creemos, quizás simplemente, a través de esas mismas palabras, es cuando más trasparente está sindo, mostrando, aunque sea un poco, de su forma de pensar.
Osvaldo Soriano utiliza la metáfora para hacer de los gatos la fuente de inspiración de cualquier buen artista.
Cóloca a quienes tienen el "don" de ver esto en un plano superior que al resto de las personas. Por lo que nos cuenta como toda su vida ha sido un intento de convertirse en un gato, o mas bien en el ser superior que estos representan.
Es por eso que alega no tener biografía, porque cualquier cosa que pueda llegar a ocurrir en una vida humana es para los mortales, y él está más allá de eso.
Ve su vida como una encomienda a utilizar esa fuente de inspiración para quedar inmortalizado como Matheson y Chandler, al punto de que ningún otro aspecto de su vida es relevante para esta autobiografía: " Vivía con una chica alérgica a los gatos y al tiempo nos separamos". Utiliza el caso de su novia del pasado para ejemplificar como nunca existió un amorío, amistad o familiar que signifique mas que su meta.
Hebe Uhart deja una imagen de una persona pragmática, con buena práctica del desapego, que se orientan bajo sus propios usos y costúmbres y que no intenta ser alguien que no es para agradar a terceros, pero que bajo esa premisa acostumbra a tener muchos amigos.
Alega no tener convicciones firmes, pero se rige por cuestiones que ella considera básicas para la interacción social, con una postura bastante comprensiva optimista (o realista para ella) frente al futuro.
Esto se puede ver reflejado en su miedo a volar "¿Cómo voy a volar si no tengo alas?" o en su gusto en libros " en ese sentido soy muy prejuiciosa: si pienso que algo no me va a gustar, no lo leo. Por eso estoy bastante desinformada".
Sylvia Molloy es melancólica. Hasta se podría decir que es una negadora serial de su anhelo al pasado, pero que en algún nivel de su inconsciente se permite desearlo (de hecho es el tema principal de su autobiografía), pero que no se permite sanar.
Preocupada por el paso del tiempo, quizás hasta arrepentida por cosas que nunca hizo, Sylvia vive casi de manera constante en realidades paralelas, en dimensiones donde realizó todas aquellas cosas que hoy se arrepiente de no haber hecho, donde no es "demasiado tarde" para desenmascarar incógnitas del pasado que atormentan su presente.
En esa misma línea, se fue olvidando de aquellas cosas que se supone que tanto anhela, aunque prefiera negarlo, como siempre. Es que hasta ella misma muestra un cierto nivel de consciencia al respecto cuando afirma " Busqué el edificio pero no lo encontré. Es decir, pasé por una casa de departamentos que tenía que ser la mía, pero no la reconocí con certeza... Por un momento –y sin duda para mitigar mi desconcierto-llegué a pensar que a lo mejor habían echado abajo el edificio para construir uno nuevo." o incluso cuando habla de sus fantasías " Emerjo de esos sueños desorientada, como quien ha perdido coherencia. No sé con quién hablo, no sé para dónde hablo. Debe ser tiempo de volver a la ficción, me digo".
Vlady Kociancich está claramente marcada por la convergencia cultural (es por eso que marca un opuesto, con cierta connotación negativa, con la tía Nina, miembro del partido fascista y de su familia)
Habla de lo díficil de su infancia, donde yacen acontecimientos trágicos que la involoucran directamente y las batallas constante entre sus familias materna y paterna.
Incluso sobre el final, reflexiona sobre la convergencia, mostrando cómo abarcar lo mejor de dos mundos y de como sacar fruto de la misma, sabiendo apreciar tanto los lujos de la Europa que le permitió dedicarse a lo que le gusta, como a una turbulenta Buenos Aires, que le permitió tener las herramientas para formarse como la persona que es: "Le debo a Europa una identidad de escritora que mi país solo me ha dado lenta y mesuradamente, con ese afán de madre que educa en el rigor, no en la ternura, para templarnos el carácter. Le debo a Buenos Aires un amor por su gente y por sus voces que no se extingue nunca, y mi única, verdadera conciencia de una patria".
Ricardo Piglia relata su historia como si de un nómada se tratase. Vive su vida partida en dos, pero al mismo tiempo no pertenece a ningún lado, no está ni aquí ni allá. Situación que lo vuelve ajeno a la misma.
Los escenarios, las personas, las modalidades cambian, lo que no cambia es su sentido de in-pertenencia a cualquier parte, donde la vida de los que están a su alrededor son más protagonistas de su propia vida que él mismo.
Es entonces que en su autobiografía nos cuenta quizás hasta mas sobre las personas de las cartas que encontró, que sobre sí mismo, porque siente que su vida ya no es suya, sino de terceros. Situación que por cierto, encuentra de alguna forma muy gratificante: "...Lo que era igual, sin embargo, era la vida en la pieza de hotel. Los pasillos vacíos, los cuartos provisorios, el clima anónimo. La sensación de estar siempre de viaje. Vivir en un hotel es el mejor modo de no caer en la ilusión de “tener” una vida personal, de no tener quiero decir nada personal para contar salvo los rastros que dejan los otros".
Por último, Rodolfo Walsh se muestra como una persona con problemas de autoestima, bastante autodestructiva, que no termina de reconocer sus logros, pero que, no obstante, ha avanzado bastante con respecto a los silencios que duraban años causados por el miedo a no estar a la altura.
Es entonces que hace una reflexión a modo de conclusión, donde describe a la literatura como una herramienta para el progreso personal: "pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez".
Su modo de relatar su experiencia es quizás el más clásico, dado que cuenta con una marcada cronología, pero es el que muestra más explicitamente el trayecto del "quién fui" al "quien soy".
En mi opinión, las 8 autobiografías responden perfectamente la pregunta ¿Cómo llegó a ser quien es?, algunas de manera mas directas, otras más indirectas, pero siempre bajo el marco literario necesario para denominarlas como tales.
Sinceramente, la lectura que me pareció más atractiva fue ¿Un género entre otros? Narración, autobiografía, testimonio, de Juan Carlos Gorlier. Ya que me parece que sintetiza muy bien la idea de que toda nuestra vida está narrada, y para narrar hay que primero interpretar. Por ende, todo lo que podamos llegar a contar va a estar cargado con una dosis interesante de subjetividad de por medio, y eso creo que es lo primero que hay que tener en cuenta, no solo sobre las autobiografías, sino sobre todo relato en general. Citando al propio Gorlier "Tal vez, la única prueba real de la autenticidad del recuerdo sea su carácter inverosímil." Es decir, todo se reduce a (tal como él lo hizo, citaré a Nietzsche para ayudarme) "No hay hechos, hay interpretaciones".
Es entonces, que el cuestionamiento de los límites de la verosimilitud, es el recurso que yo emplearía a la hora de componer una autobiografía.
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