Microcuento: "La Respuesta (intermedio)"

Género: Terror

La Respuesta (intermedio)


Fue en 1915 cuando ocurrió todo. Recuerdao como esa noche mis colegas y yo abrimos inocentemente la puerta del asilo ya que nadie respondía. Por supuesto no sabíamos que estaba abandonado ¿Qué objeto tiene realizar estudios en un lugar donde no hay con quién realizarlos?
Una vez adentro decidimos separarnos para poder encontrar a alguien. Separarnos...Porque así es cómo empiezan todas las historias de terror de ¿Verdad?
La oscuridad de la noche inundaba los pasillos y el olor a peligro era inconfundible.
Cualquier emoción que podrías llegar a sentir en ese momento estaría llena de inquietud, como si tuvieras la presión de que hay alguien constantemente observando, esperando por el primer paso en falso. Sólo que no fui yo quien lo dio... El grito de Alicia rompió la tensión del silencio, agregando el elemento de la desesperación, como si ya no sientiera el miedo en mi cuerpo para entonces. 
El asilo se transformó rápidamente en laberinto sin salida y mis colegas, asumo que corriendo desesperados como yo, no aparecían por ningún lado.
Luego de recorrer por milésima vez el lugar, noté la presencia de una puerta que no había visto antes, como si el lugar hubiese mutado creando una nueva entrada. Tras la misma se encontraba una escalera caracol que llevaba a lo que yo suponía era el sótano. Tomé el poco coraje que me quedaba y bajé.
Sé que no está bien que diga esto siendo el hombre que soy, pero sí, lloré muchísimo cuando los vi. Allí estaban, masacrados en el suelo como si de basura se tratase. Creo que para ese momento de la noche, muy internamente, ya sabía cómo los encontraría, lo que no sabía es que vería al causante.
Su presencia erizaba la piel pero al mismo tiempo era incomprensiblemente reconfortante. Quizás porque sólo estaba allí parado, mirándome a los ojos vislumbrado, pero sin hacer nada, como si repentinamente se hubiese vuelto... Inofensivo.
Su cuerpo estaba cubierto de pelo y sus dientes, más bien colmillos, eran muy afilados. Se parecía a los personajes de esas míticas historias que nos contaban cuando éramos chicos.
Fue entonces, cuando creía que lo peor ya había pasado, cuando podía empezar a digerir lo vivido y calmarme, que di cuenta de la verdad y mi corazón se paralizó.
Su imagen, no era más que una proyección en el espejo más grande que haya visto en mi vida.

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