Continuación de Poissant: El baile de los flamencos.

Gianluca Orsetti
Comisión 07
Primera escritura


El Baile de los Flamencos

Ya no hay vuelta atrás, ya han pasado tres horas desde que dejé a Cam en su casa y me emprendí en el camino del héroe, o más bien del anti-héroe en este caso. Por supuesto las dudas inundan mi cabeza, no hay nada noble en volver a resolver las cosas después de actos cargados de tal negligencia. Quiero doblar en cada retorno que se topa en mi camino, ocho horas es demasiado tiempo para estar tan sólo y tan acompañado de pensamientos. Se torna estúpidamente incómodo convivir conmigo mismo en estos momentos.

Por eso de chico me gustaban tanto los libros... En un libro esto sería un mero elipsis y en un pasar de página ya habríamos superado este tormento tanto climático como mental para saltearnos directamente al momento donde nuestro protagonista se sumerge de lleno en su "hora de la verdad" para, a pesar de viento y marea, superar cualquiera sea el obstáculo estipulado y vivir "felices por siempre".

Por supuesto el mundo real no es así. No hay héroes, ni hijos no confundidos, ni felices por siempre y, para mi maldita suerte, elipsis tampoco. 

Como un rayo de luz en la oscuridad, literalmente, diviso a lo lejos un cartel que en la cercanía se puede leer "Dinner" ¿Qué es una pequeña parada en un viaje así después de todo? Además, estoy llegando al punto donde puedo sentir el turno de la noche anterior en mis ojos, el cliente idiota que no comprende lo que significa "vuelta y vuelta en mis oídos, a Bobby colgado de mi pierna derecha y, por sobre todas las cosas, doscientos cincuenta kilos de puro caimán en mis brazos... Definitivamente una taza de café no suena nada mal.



Una vez adentro, sin dudarlo un segundo, me dirijo directamente a una de las sillas de la barra. Pues allí es donde pertenecen aquellos que necesitan escapar de la insistente introspección que nubla la vista, abrumándola con el bullicio de todo el lugar, no una persona mas, no una persona menos. Dada las casi tres de la mañana, el bullicio, si así se podía llamarlo, era decepcionante.

Inmediatamente me atendió una mujer de mediana edad, rubia, de cara pálida, con ojeras no muy distintas a las mías, en cuya etiqueta dentro de su inquietantemente celeste uniforme se podía leer "Flo".
Flo tenía un don, uno que sólo puede adquirirse trabajando en un lugar semejante dentro del turno noche.

-Bueno cielo ¿Cuánto tiempo más vamos a jugar a que no me vas a contar qué pasa por esa problemática cabecita?- exclamó la mujer mientras me servía mi segunda taza de café y yo me atragantaba con mis panqueques.

-¿Perdón...?- logré responder tras evitar que a la mañana siguiente el diario local titule "muere atragantado por un panqueque".

-Por favor corazón, nadie viene al medio de la nada a esta hora si no es para descargarse en el consultorio de Flo, así que ahórranos el tiempo a los dos que sino la noche se hace más larga de lo que ya es- respondió orgullosa.

La realidad es que Flo lo había visto todo. Al que viene a encontrarse con su amante a escondidas, al que huye de la policía, al transa que cree que no lo ven en acción detrás de los basurales, al consumido por la bebida, al que simplemente no tiene a donde ir y, por supuesto, a los que están suficientemente podridos como para perder a su familia. No existía alma en pena en la ciudad, que no ha haya pasado por el café de Flo.

...


En realidad esa no era la clase de libros que solía leer. Si bien siempre me gustó el poder de las novelas para llevarte a otro mundo, a otra realidad, a despojarte de todo signo de mundanidad creando un universo paralelo, cuando lo pienso detenidamente, eso no era lo mío, no señor. Lo mío eran los libros informativos, los de biología más específicamente ¡Ese era mi sueño! Ser biólogo... En realidad creo que hasta me hubiese conformado con ser veterinario. No era realmente lo que quería pero a este punto creo que cualquier cosa hubiese sido mejor que seguir los consejos de mi estúpido padre.

De hecho el deseo no yacía en el ser biólogo como tal, la atracción estaba en entrar en contacto con animales. Con Flamencos. Lo atractivo eran los Flamencos. Es decir ¿Cómo no serlo? ¿Verdad? Son criaturas majestuosas. Supongo que si Red es el hombre lagarto, yo debo ser el hombre flamenco. Ambos actuando como animales...

Sin embargo mi mente me transporta y no puedo dejar de pensar en lo que siempre me llamó más la atención sobre los flamencos. Su tan característico y adulado plumaje rosa no es mas que una farsa. En realidad, al nacer poseen un plumaje totalmente blanco, que se torna rosado con el tiempo sólo gracias al alimento que ingieren. Técnicamente, es gracias a una dieta basada únicamente en algas y crustáceos contenedores de pigmentos carotenoides que generan esta mutación.

Es entonces que no puedo evitar pensar que a fin de cuenta son lo que la Tierra hizo de ellos. Me pregunto si nosotros no hemos estado consumiendo nuestros propios pigmentos carotenoides todo este tiempo. Si yo no los he estado ingiriendo todo este tiempo.



...

Una vez en Baton Rouge hice exactamente lo que Flo me indicó. Fui a conseguir el mejor desayuno que los quince dolares en mi bolsillo pudieron comprar. "Uno no puede aparecer luego de meses de cárcel así como así", "definitivamente vas a necesitar comida que funcione como un caballito de Troya y poder tratar el problema desde adentro" duhj, que irritante y sabia mujer. Había algo en ella que generaba en uno un grado de confianza difícil de poner en palabras.

Por suerte, la ciudad la conocía de memoria por lo que me fue fácil conseguir esos panqueques que Jack tanto anhelaba cada vez que veníamos a visitar a su abuela. No más para mí el día de hoy, eso es seguro.

Me resultaba inevitable no cargar de recuerdos cada pedazo de acera en ese barrio. Pues allí había conocido a mi querida Lynn. Nuestra primera cita, nuestro primer beso, los encuentros a escondidas de su entrometida madre, las idas y vueltas, todo lo que alguna vez fue, sucedió aquí. Algo digno de una genuina danza de flamencos. Pero supongo que solo ellos se emparejan de por vida.


Al llegar a la puerta, practiqué lo que habíamos "arreglado" con Flo, por supuesto por "arreglado" me refiero a que se dedicó a ordenarme que siga sus instrucciones al pie de la letra con un tono imperativo que rosaba lo amedrentador. 
-Pues perdón Flo, pero no todo es perdonable ¿Sabes?- grité al cielo en mientras balanceaba en la cornisa que dividía la mera estabilidad de un nuevo colapso. Mientras tanto, mi mente optaba por reproducir incesablemente la imagen que me atormenta cada noche



...


Diez años tenía. Diez años y tres meses, el día que el genio de mi padre decidió que era momento de hacer un hombre de mi, junto con todo lo que eso significaba para él. Recuerdo con mucha presencia la tarde que marcó el quiebre de su decisión. A partir de ese día no habría vuelta atrás.

Esa calurosa tarde mi padre, que muchas veces fue tanto mío como de Cam, decidió elegir por nosotros y nos llevó a conocer el "secreto en la montaña". Por supuesto lo que ellos entendían por secreto, era más bien un secreto a voces. Lo que nos llevó a presenciar es, en realidad, una especie de procesión que ayuda a al crecimiento de un buen hombre, para que este no se pierda en su camino ni se confunda.


El secreto en cuestión, es ver con tus propios ojos, para comprender a través del ejemplo, cómo termina la gente que se confunde. En mi pueblo hubo una vez un par de (no) hombres que se confundieron. Por supuesto pagaron las consecuencias y hoy son el secreto (a voces) de la montaña.

Jamás olvidaré cómo el calor producía que el hedor fuese mas fuerte de lo que ya era de por sí. Ni como pensé instantáneamente en flamencos. Los flamencos necesitan de una pista muy larga para poder tomar vuelo y ,en esas condiciones, no hay pista que alcance.



...



Muchos pros y contras pasaron por mi mente mientras recorrí la entrada en idas y vueltas durante quince interminables minutos. Mi padre, Red, Cam y Bobby, Jack... ¡No! ¡Tengo que entrar!

Así que toque a puerta con la mano mas temblorosa que había visto en mi vida... pero nada ocurría.
Vuelvo a tocar, pero esta vez con más fuerza.

-Escuché la primera vez, ahí va- respondió esa voz inconfundible del otro lado, por lo que procedí a esperar en silencio antes de hacer otra estupidez.

Hasta que la puerta se abrió y ahí estaba, era como en mis sueños. Sólo que esta vez era real. Podía estar cargando con el turno de la noche anterior en los ojos, el quejido del cliente en el oído, Bobby en mi pierna derecha y doscientos cincuenta kilos de puro caimán en mis brazos... Pero esta vez era tan inconfundible como un flamenco blanco de uno rosa. Simplemente no son lo miso. De repente, ya no parecía el chico distante y perdido al que me acostumbre o, más bien, al que mi cabeza se acostumbró. Esta vez era realmente él, Jack, mi hijo.

El chico se encontraba tan sorprendido como lo estaba yo, así que supe debía accionar primero.

-P..¿Puedo pasar así hablamos?- dije

El niño se quedó atónito con la situación y con mi pregunta aún más. Lo sé, que descaro de mi parte.
Pero por un momento pude escuchar a Flo gritándome desde el Diner, así que antes de que pueda responder agregué.

-Tengo tus panqueques favoritos-.








PROTOCOLO

Lo primero que me propuse al escribir la continuación de "El Hombre Lagarto" fue seguir con el enfoque que Poissant, según mi interpretación, intentó darle a la historia, a la vez que le agregaría indudablemente detalles personales.

Es así que lo primero que salí a buscar fue un animal, para congeniar con "El cielo de los animales", que yo sintiese fuera acorde para la historia y que me permita hacer un cierto paralelismo entre su comportamiento y el del humano mismo. Luego de meditarlo bastante y de estar muy cerca de ser "El vuelo de la Mariposa Monarca", me vino a la cabeza este documental sobre flamencos que había visto recientemente, en el que explicaban cómo su plumaje totalmente blanco al nacer, se torna rosado con el paso del tiempo gracias a su alimentación. Lo que me pareció una gran metáfora sobre como nosotros, los humanos, nacemos "blancos" y el mundo o la vida o las circunstancias que nos tocan vivir van tiñendo nuestra vida de muchos colores y, en diversas ocasiones, sin que siquiera lo notemos.

Una vez definido esto, ya poseía una estructura de lo que iba a contar y en qué dirección iba a ir. Sin embargo lo que más me costó fue plasmar todo ese camino que tenía en mi cabeza en relato y diálogo que no termine siendo trillado.

Sin embargo, una vez que me senté a escribir, se dio todo de manera bastante continua y hasta llegué a cambiar aspectos de la historia, al punto de ser una especie de "sorpresa" para mi también. No sólo por el lado de la trama, sino que también encontré un modo me contarla que me permitió hacer referencias a otras películas cuyas fotos dejo plasmadas por las dudas.

A fin de cuentas, me encuentro bastante conforme con como se dio el proceso en mi cocina de la 

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